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Mostrando entradas de agosto, 2020

El increíble hombre veraneante

  El recepcionista, muy atento, nos entrega las llaves mientras pronuncia unas palabras que no alcanzo a entender. Hay ruido de niños chillando y saltando en la piscina que tenemos justo detrás y que el ventanal que la separa de la recepción no logra atenuar. Y además está la mascarilla, con lo que tampoco puedo leerle los labios. Tampoco es que antes supiera leerlos la verdad. Por la forma que veo que adoptan sus ojos intuyo una sonrisa, así que contesto que de acuerdo y gracias, también con una sonrisa que no sé si apreciará. Solo quiero llegar a mi habitación y estirarme un rato en la cama. No me gusta conducir, me produce una tensión en los hombros y en el cuello que se extiende a veces a toda la espalda. Y no es que haya realizado un trayecto largo, ni mucho menos. Este años hemos decidido que sería mejor ir de vacaciones dentro de nuestra provincia, por si las moscas. Mi mujer se ofreció a conducir ella, como siempre, porque sabe que sufro. Pero sería peor. Si no estoy al volante